Aprender a relacionarse sin miedos

Publicado en la revista Círculo de Luz.

El amor es el alimento del alma. Pero la educación, la cultura, la sociedad… pueden eliminar toda capacidad de amar, porque para tener éxito en este mundo no necesitas amor, necesitas tener un corazón duro y una mente aguda. Sin embargo, en el viaje interior, cuanto más das, más tienes; cuanto menos das, menos tienes. Si no das nada, perderás tus cualidades naturales. Nacemos con él y el amor sigue presente en nosotros, aunque nos dé miedo imbuirnos en él. Solamente hay que dejar el miedo a un lado y dejarlo salir, así lo explica Osho en su libro ‘Aprender a amar. Enamorarse conscientemente y relacionarse sin miedos’

El amor es el alimento del alma. No existe una definición del amor porque no es un fenómeno visible. No se puede diseccionar, no se puede analizar; solo se puede experimentar. Únicamente a través de la experiencia puedes saber qué es.

Nacemos completamente equipados con la capacidad de amar y de ser amados. Pero solo en un entorno de amor, este puede crecer. Necesita la misma vibración a su alrededor para que se haga fuerte.

Si en el hogar hay una atmósfera en la que se respira el amor, el niño empezará a vivir como un ser amoroso, y se convertirá en sus cimientos.
En el amor no se debe buscar la perfección; si lo haces, el amor no fluirá en ti. No tienes derecho a exigir nada a nadie.

Si alguien te ama siéntete agradecido, pero no le exijas nada, porque la otra persona no tiene la obligación de amarte. El amor necesita una atmósfera de gratitud, de agradecimiento, de no exigencia, de no expectación.

Por eso, en vez de pensar en cómo recibir amor, empieza a darlo. Primero
a ti mismo y luego a los demás. Si das, recibirás. No existe otra manera.
Todo el mundo está interesado en recibir y parece que nadie disfruta dando. La gente, cuando da, lo hace para obtener algo a cambio.

El amor, en su forma más pura, consiste en compartir la alegría. No pide nada a cambio, no espera nada; de modo que ¿cómo vas a sentirte herido?

“Nacemos completamente equipados con la capacidad de amar y de ser amados”

Cuando no esperas, no hay posibilidad de sentirse herido. Todo lo que venga, será bueno, y si no viene nada, también será bueno. Tu dicha consiste en dar, no en obtener.

El amor no es un aprendizaje, sino un crecimiento. Para que el amor sea auténtico y real debe ser fruto de tu crecimiento interior. Lo que necesitas no es aprender los caminos del amor sino desaprender los caminos del desamor.

Hay que eliminar los obstáculos; entonces el amor será tu ser natural y espontáneo. Está oculto detrás de muchas rocas, pero el manantial del amor ya está ahí. Es tu propio ser.

El ego desaparece cuando amas

Sin embargo, hay personas que tienen miedo del amor porque cuando realmente amas a alguien, tu ego empieza a desaparecer, a desvanecerse. El ego estará luchando constantemente.

Puede que esté en silencio, pero está constantemente luchando, buscando maneras de dominar. El miedo y el amor nunca se dan a la vez; no puede ser. No hay coexistencia posible. El miedo es justo lo contrario al amor.

El amor se dirige hacia el exterior, sin miedo, hasta llegar a la otra persona, confiando absolutamente en que será bien recibido; y siempre es bien recibido. El miedo supone encogerte en ti mismo, cerrarte sobre ti mismo, tapiar todas las puertas, todas las ventanas para que no pueda llegar hasta ti el sol, el viento, la lluvia; tanto es el miedo que tienes. Estás enterrándote en vida.

Osho explica que “existen dos caminos para estar en amor: o bien eres consciente, en cuyo caso el amor te sigue como una sombra; o eres tan amoroso que la consciencia surge por sí sola”.

El camino de la consciencia es el adecuado para aquellas personas que no pueden amar porque sus corazones se han petrificado. Su educación, su cultura, su sociedad han eliminado toda capacidad de amar, porque para tener éxito en este mundo no necesitas amor, necesitas tener un corazón duro y una mente aguda. Así que recuerda: si los extremos están luchando dentro de tu corazón, no
elijas.

Permite que ambos estén ahí. No digas: “Solo sentiré compasión, no ira; solo sentiré amor, no odio”. Te empobrecerás. No hace falta crear un enfrentamiento entre ellas; no hay lucha. La lucha surge de la mente, de las enseñanzas, de la educación, de tu condicionamiento.

No crees una lucha interior, permite que existan las dos. Ambas serán necesarias. Ambas te darán alas; solo entonces podrás volar.

Haciendo presente los condicionamientos

Sea lo que sea lo que te haya hecho la sociedad, hay que deshacerlo a través de la aceptación, de hacerlo presente. Cuando ya no estés condicionado serás capaz de ver la belleza que poseen el amor y la libertad juntos; son dos caras de la misma moneda. Si realmente amas a una persona, le darás total libertad; ese es el don del amor. Y cuando hay libertad, el amor te llegará con creces.

El amor tiene que ser una relación amistosa en la que nadie sea superior, en la que nadie tome las decisiones, en la que ambos sean completamente conscientes de que son diferentes, de que su visión de la vida es diferente, de que piensan diferente, y a pesar de todas esas diferencias, se aman. Olvídate de la idea de que todo tiene que encajar. Si todo encaja, os aburriréis, os perderéis el encanto que tiene la relación. Es bueno que exista siempre un espacio para que haya algo que explorar, algo que atravesar, algún puente que construir.

Todos nosotros hemos bloqueado alguna vez el amor. En el viaje interior, cuanto más das, más tienes; cuanto menos das, menos tienes. Si no das nada, perderás tus cualidades naturales. Se quedarán estancadas, cerradas; quedarán soterradas.

Al no encontrar ningún medio de expresión, se reducirán y morirán. Ninguna relación puede crecer realmente si tú no haces más que contenerte. Si no haces más que salvaguardarte y protegerte, entonces solo se relaciona tu máscara, no tú.

Lo mismo ocurre con el amor, lo mismo ocurre con la alegría, ¡compártelas! Al principio llegará con cuentagotas, porque tu avaricia existe desde hace mucho tiempo. Pero una vez que hayas compartido unas gotas de amor, pronto serás capaz de compartir todo el flujo oceánico de tu ser, y es infinito.

Una vez que hayas conocido las matemáticas supremas de dar y recibir, descubrirás que solo con dar, recibes. No es que te devuelvan algo; al dar te vuelves más rico. Después, el amor comienza a extenderse, a irradiar. Y un día te sorprenderás. ¿Dónde está el temor? Aunque quieras encontrarlo, no serás capaz de hacerlo.

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