Nuestro posicionamiento ante la vida, condiciona nuestras experiencias

Publicado en la revista Círculo de Luz.

Es curioso darse cuenta de que dependiendo de cómo te posicionas ante las cosas y personas que te trae la vida, puedes vivir unas experiencias u otras.
En mi caso, ante una situación que parecía que podía ser un engaño, decidí apostar por abrir mi corazón y dejar a un lado el miedo. Decidí entregarme plenamente al presente y a lo que me traía la vida y descubrí que mi corazón estaba lleno de amor,
deseando salir.

Para mí fue una experiencia maravillosa hacerme consciente de todo el amor que está dentro de mí, aunque lo descubriera a través de una persona que tenía intención de engañarme y sacarme dinero.

Todo empezó en una aplicación de citas, donde apareció un hombre interesado en mí, que me dijo que le atraía lo que decía en mi perfil y la sonrisa y felicidad que irradiaba en mis fotos.

Al contrario de lo que me había ocurrido otras veces con otros hombres, él me pidió que antes de conocernos en persona, dedicáramos un tiempo escribiéndonos cartas, que nos enviábamos por email.

Tengo que aclarar que no suelo actuar de esa forma. Confío muchos en lo que percibo cuando estoy con otra persona y, por eso, prefiero conocerle en persona y sentir si nuestras energías son compatibles.

Pero, como peco de ser un poco cuadriculada, en esta ocasión me permití experimentar cosas diferentes y conocerle de otra forma.

Tengo que reconocer que me gustó la experiencia de enfrentarme a una página en blanco donde poder abrir mi corazón y transmitir todo lo que llevo dentro.

De esta forma, puede experimentar algo que jamás había vivido: tener el corazón completamente abierto y confiar plenamente en todo lo que me estaba
trayendo la vida.

Nos fuimos conociendo poco a poco. O, para ser más exacta, me fui conociendo a mí misma un poco más a través de mis cartas, porque me permití ser completamente sincera conmigo misma.

Preguntas suyas como quién es la persona más importante en mi vida o quiénes son mis mejores amigos, me hicieron caer en la cuenta de lo afortunada que soy. Tengo gente maravillosa a mi alrededor, tanto en mi entorno familiar como en el de mis amistades.

Estuvimos dos meses mandándonos largas cartas cargadas de sentimientos. Sentimientos míos que estaban deseando salir.

Amando desde mi centro

Al poco tiempo de nuestra relación epistolar, intuí que había algo en él que no me acababa de convencer. Cosas que me contaba que no me acababan de cuadrar.

Ante eso, había dos opciones: Una, seguir con el corazón abierto experimentando todo lo que podría traerme esa relación, con total confianza; O permitir que el miedo se apoderara de mí y no seguir con ella, cortar la relación.

En esta ocasión decidí seguir con el corazón abierto y tengo que reconocer que viví una experiencia asombrosa porque me embebí de mi propio amor, de mi propia confianza. Algo que no tiene nada que ver con el otro.

Me di cuenta de la belleza que hay dentro de mi corazón. Independientemente de que la persona objeto de mi amor pueda ser maravilloso o no, ser un fraude o no. El problema es del otro, de su ambición, su miedo, su pequeñez, su frustración…

Finalmente, a los dos meses me di cuenta de que se trataba de una estafa
y que lo único que pretendía era encandilarme (incluso me llegó a mandar
por mensajero un ramo de rosas rojas) y sacarme dinero recurriendo al chantaje emocional, aunque no llegue a saber la cantidad, porque yo no caí en su estratagema.

Sin embargo, a pesar de ese final, es maravilloso haberme dado cuenta de mi gran capacidad de amar y que no me haga perder la cabeza, perder mi centro. Seguir en mi sitio y no perderme amando.

La libertad del femenino es amar, aunque el otro pueda ser un fraude.
Me di cuenta de que, si te entregas con totalidad, lo que estás viviendo
es verdad para ti, independientemente de lo que haga el otro.

Sin comentarios aún

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.